Participar en la creación de tu imagen corporativa es una experiencia tan emocionante como descorazonadora cuando no te sientes identificado con el resultado.
¿Recuerdas cómo fue tu experiencia cuando creaste la imagen corporativa de tu negocio?
Te voy a contar cómo fue la mía con mi primera empresa. Quizá te sientas identificado y si es así, te pediré que sigas leyendo para que no cometas los mismos errores que yo.
Estaba emocionada, tenía muchas ideas en mente e intentaba transmitírselas al diseñador para que las plasmara sobre papel y ordenador.
Le había encargado el logo, unas tarjetas de visita, papel para el despacho y la página web.
Me mandó el presupuesto y lo acepté pidiéndole poder pagar a plazos.
Error fatal #1
No hicimos ningún contrato pactando los derechos y obligaciones de cada uno. Nos valimos de la confianza mutua.
Firma un contrato con el profesional al que le encargues el diseño de tu imagen corporativa. Clic para tuitearAun así tuve suerte con él porque el resultado satisfizo mis expectativas.
A medida que el despacho iba evolucionando, el contenido de la página web necesitaba actualizarse.
Error fatal #2
Cada vez que quería cambiar una sola coma de mi web necesitaba contactar con el diseñador.
Cada vez que quería cambiar una sola coma de mi web debía aprobar su presupuesto.
Cada coma que cambiaba en mi web me costaba dinero.
No tenía acceso libre a mi web. No era dueña de mi web.
Error fatal #3
Al cabo de un tiempo tuve que contratar sus servicios de nuevo porque el papel corporativo del despacho se estaba agotando.
Fui a verle y allí no estaba.
Me dijeron que ya no trabajaba allí, que se había ido a otra empresa y que no tenían más información.
¿Y ahora qué?
¿Cómo podía yo trabajar sin papel corporativo? ¿Cómo podía hacer más copias si no tenía ningún archivo con la plantilla?
Descubrí que ni siquiera era dueña de mi imagen corporativa.
Hoy me digo: ¡Seré dueño de mi imagen corporativa! Clic para tuitearSe me fue el diseñador y con él, mi imagen y reputación. Debía empezar de nuevo, volver a recrear la imagen corporativa, volver a gastar tiempo, energía, y dinero que ya no tenía.
No quiero ni imaginarme qué sería de mí si se hubiera tratado de una tienda virtual…
Producción 0 = Ingresos 0 = Reputación 0 = ¡Quejas 1000!
¿Cómo puedes evitar tú los mismos errores que cometí yo?
#1: Firma un contrato con tu diseñador
Hay que dejar bien claro cuáles son los derechos y obligaciones de cada uno y qué puede ocurrir si uno de los dos incumple.
Por ejemplo, deberéis fijar el objeto del contrato; qué servicios incluye y cuáles no; el plazo en el que se debe entregar el encargo; el precio a pagar, qué se incluye en el precio y qué no; qué material se entregará al cliente al finalizar el encargo, etc.
#2: Firma una cláusula de depósito del código fuente de tu web
Con esta cláusula el diseñador te dará la posibilidad de acceder al código fuente de tu web (el ADN de tu web) cuando se cumplan determinadas condiciones que habréis pactado previamente.
Por ejemplo, si deja de trabajar como diseñador; si cambia de empresa; si decides prescindir de sus servicios, etc.
Esta sencilla cláusula te permitirá:
- Romper situaciones de dependencia tecnológica con tus proveedores
- Sirve como prueba de originalidad y preexistencia de los contenidos de la web frente a otras personas
- Disponer de una copia de seguridad del contenido de la web
#3: Consigue una copia de los archivos de tu imagen corporativa
Es importante que pidas una copia de los archivos digitales originales que contienen toda tu imagen corporativa, así cualquier otro diseñador o imprenta podrán trabajar a partir de ellos.
Tendrás el pleno control sobre los diseños de tu imagen y no te afectará en absoluto lo que le ocurra a tu diseñador.
Además, serás más libre para contratar los servicios del profesional que elijas.
Aunque tengas ya tu imagen corporativa estás a tiempo para implementar estas estrategias.
¡Ahora mismo!
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